lunes, 23 de julio de 2007

Más de la Gioconda...

Duro decir:
Te amo,
mira cuánto tiempo, distancia y pretensión
he puesto ante el horror de esa palabra,
esa palabra como serpiente
que viene sin hacer ruido,
ronday se niega una,
dos, tres, cuatro,
muchas veces,
ahuyentándola como un mal pensamiento,
una debilidad,
un desliz,
algo que no podemos permitirnos
ese temblor primario
que nos acerca al principio del mundo,
al lenguaje elemental del roce o el contacto,
la oscuridad de la caverna,
el hombre y la mujer
lamiéndose el espanto del estruendo.

Reconocer
ante el espejo,
la huellala ausencia de cuerpos entrelazados hablándose.

Sentir que hayun amor feliz
enjaulado a punta de razones,
condenado a morir de inanición,
sin darse a nadie más
obseso de un rostro inevitable.
Pasar por diasde levantar la mano,
formar el gesto del reencuentro y arrepentirse.

No poder con el miedo,
la cobardía,
el temor al sonido de la voz.

Huir como ciervo asustado del propio corazón,
vociferando un nombre en el silencio
y hacer ruido,
llenarse de otras voces,
sólo para seguirnos desgarrando
y aumentar el espanto
de haber perdido el cielo para siempre.

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