domingo, 15 de julio de 2007

El recado...


" Y dejo este lápiz, Martín, y dejo la hoja rayada y dejo que mis brazos cuelguen inútilmente a lo largo de mi cuerpo y te espero. Pienso que te hubiera querido abrazar.
A veces quisiera ser más vieja porque la juventud lleva en sí, la imperiosa, la implacable necesidad de relacionarlo todo con el amor.
Ladra un perro; ladra agresivamente.
Creo que es hora de irme.
Dentro de poco vendrá la vecina a prender la luz de tu casa; ella tiene llave y encenderá el foco de la recámara que da hacia afuera porque en esta colonia asaltan mucho, roban mucho.
A los pobres les roban mucho; los pobres se roban entre sí...

Sabes, desde mi infancia me he sentado así a esperar, siempre fui dócil, porque te esperaba.
Sé que todas las mujeres aguardan.
Aguardan la vida futura, todas esas imágenes forjadas en la soledad, todo ese bosque que camina hacia ellas;
toda esa inmensa promesa que es el hombre;
una granada que de pronto se abre y muestra sus granos rojos, lustrosos;
una granada como una boca pulposa de mil gajos.
Más tarde esas horas vividas en la imaginación, hechas horas reales, tendrán que cobrar peso y tamaño y crudeza.

Todos estamos --
oh mi amor--
tan llenos de retratos interiores, tan llenos de paisajes no vividos."

Elena Poniatowska

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