Lo hice hace unos días...como quien talla un trozo de madera, tome una imagen de Cristo y comencé a hacerla pedazos...puede parecer cursi lo que diga, pero cada corte me provocaba algo dentro de mí, algo, muy dentro, se sobrecogía...cuando ya no quedaba nada de la imagen inicial, intenté rearmarla, y me aparecían rostros de Cristo deformados y me era difícil darle la forma original...y pensé...que quizás, eso sucedía en nosotros. Tenemos esencia divina, el rostro de Cristo marcado a fuego en nuestro interior, día a día, error a error, orgullo, vanidad, envidias, mentiras, hipocresía, falta de perdón, vanagloria, etc, nos hace ir fragmentando ese rostro hasta que queda casi irreconocible...sin embargo, siempre se pueden recomponer los fragmentos...y en esa acciòn, que parte en esa última soledad del ser, en esa donde nadie está, nadie llega y nos envuelve desesperadamente hasta la angustia más infinita, , la criatura se encuentra con su creador...aunqeu sea con un fragmento...luego...dulcemente se va reconstruyendo la imagen divina dentro de uno...hasta la paz que se ha buscado tanto...
lunes, 29 de enero de 2007
Fragmentado...
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