viernes, 19 de enero de 2007

De mujeres y vida...: Yesenia


II
Yesenia...


Yo pienso en la Yesenia... en sus manos mutiladas... en su madre que la
abandonó al nacer... en su enamorado drogadicto... en sus tres niños de
cara sucia y mocos colgando... siempre pienso en ella.

Comenzó a ser parte de mi historia desde que llegué a tocar la puerta
de esa casa a medio hacer de su suegra, allá, arriba, por Peñalolén,
para ofrecerle participar en un proyecto donde aprendería sus
derechos... ¿derechos de qué?, me preguntó su mirada. Pero aceptó...
tal vez, porque, simplemente, no sabía decir no.

Yo pienso en la Yesenia... en su pedacito de rancho al fondo, en el
patio, al lado de los cachureos que se venden en la feria para
sobrevivir. En su camarote hecho de pedazos de tablas a medio morir,
crujientes... en sus pedacitos de sábanas cubriendo la esponja vieja de
seudos colchones, su pedazo de mesa sujeto por la astucia del Omar, su
pareja. Sus pedacitos de manos haciendo el pan, pelando papas, lavando,
planchando, cocinando, amando... en su pedazo de vida colgando de los
cerros de Peñalolén...

Yo pienso en la Yesenia, en su voz que me tutea con tanto cariño, haciendo suya mi vida por ese tiempo que paso con ella y los suyos, Pienso en el Omar que dejó la droga y está trabajando para demostrar cuanto quiere a su Yesenia y a sus tres cabros chicos y que sus sentimientos no son un pedazo de trapo tirado por ahí. Pienso en el día que decidieron casarse... y fui invitada de honor... en su carita alegre y orgullosa cuando me mostró su libreta de la vivienda con 10 lucas depositadas... (¡Cuándo juntarán los 200 mil pesos que necesitan para su casa!) Pero con esa libreta ya tiene un pedacito de ese hogar... de su futuro... Yo pienso en la vida de la Yesenia hecha de pedacitos... ¡puta!, tengo que pensar en ella... cuando muchos creen que la violencia es la solución a todo... cuando los de corbata o los de blue jeans frente a un café hablan sobre un mundo mejor... cuando los poderosos internacionales presumen de victorias sobre ojos, piernas y restos de inocentes... ¡Alguien tiene que pensar en la Yesenia! En ella que cose los pedazos que le han tocado en suerte y arma su vida, hilando despacito... con manos mutiladas...

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