lunes, 29 de enero de 2007
Esa alegrìa...tu risa...
Fragmentado...
Lo hice hace unos días...como quien talla un trozo de madera, tome una imagen de Cristo y comencé a hacerla pedazos...puede parecer cursi lo que diga, pero cada corte me provocaba algo dentro de mí, algo, muy dentro, se sobrecogía...cuando ya no quedaba nada de la imagen inicial, intenté rearmarla, y me aparecían rostros de Cristo deformados y me era difícil darle la forma original...y pensé...que quizás, eso sucedía en nosotros. Tenemos esencia divina, el rostro de Cristo marcado a fuego en nuestro interior, día a día, error a error, orgullo, vanidad, envidias, mentiras, hipocresía, falta de perdón, vanagloria, etc, nos hace ir fragmentando ese rostro hasta que queda casi irreconocible...sin embargo, siempre se pueden recomponer los fragmentos...y en esa acciòn, que parte en esa última soledad del ser, en esa donde nadie está, nadie llega y nos envuelve desesperadamente hasta la angustia más infinita, , la criatura se encuentra con su creador...aunqeu sea con un fragmento...luego...dulcemente se va reconstruyendo la imagen divina dentro de uno...hasta la paz que se ha buscado tanto...
sábado, 20 de enero de 2007
¿SERÁS, AMOR?
¿Serás, amor
un largo adiós que no se acaba?
Vivir, desde el principio, es separarse.
En el mismo encuentro
con la luz, con los labios,
el corazón percibe la congoja
de tener que estar ciego y sólo un día.
Amor es el retraso milagroso
de su término mismo:
es prolongar el hecho mágico
de que uno y uno sean dos, en contra
de la primer condena de la vida.
Con los besos,
con la pena y el pecho se conquistan,
en afanosas lides, entre gozos
parecidos a juegos,
días, tierras, espacios fabulosos,
a la gran disyunción que está esperando,
hermana de la muerte o muerte misma.
Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía.
Ni en el lugar, ni en el hallazgo
tiene el amor su cima:
es en la resistencia a separarse
en donde se le siente,
desnudo altísimo, temblando.
Y la separación no es el momento
cuando brazos, o voces,
se despiden con señas materiales.
Es de antes, de después.
Si se estrechan las manos, si se abraza,
nunca es para apartarse,
es porque el alma ciegamente siente
que la forma posible de estar juntos
es una despedida larga, clara
y que lo más seguro es el adiós.
Pedro Salinas.
viernes, 19 de enero de 2007
De mujeres y vida...: Paola
III
Paola
A la Paola le duele la cabeza.
Siempre le duele la cabeza.
Nació en Linares.
Quería ser profesora.
A los trece años la trajeron a Santiago para trabajar cuidando unos
niños en Las Condes.
A los dieciséis se casó con Juan.
Tiene dos niños.
“Es buen hombre, el Juan”, dice ella.
Sólo toma una vez por semana y le pega de vez en cuando, cuando las
cosas no le han ido bien.
Casi nunca le van bien las cosas a Juan.
No le deja salir a trabajar.
Ni siquiera ir de compras si no va con él.
La Paola no sale de la casa.
Casi ni sale de su pieza.
Sus hijos no le hacen mucho caso.
La televisión la entretiene y hay que lavar, planchar, coser, sacudir y
tener todo impecable para cuando llega Juan.
Casi ni come porque a Juan no le gustan las gordas y se enfurece si
come dos panes al día.
A Paola le duele la cabeza.
Siempre le duele la cabeza...
De mujeres y vida...: Yesenia
II
Yesenia...
Yo pienso en la Yesenia... en sus manos mutiladas... en su madre que la
abandonó al nacer... en su enamorado drogadicto... en sus tres niños de
cara sucia y mocos colgando... siempre pienso en ella.
Comenzó a ser parte de mi historia desde que llegué a tocar la puerta
de esa casa a medio hacer de su suegra, allá, arriba, por Peñalolén,
para ofrecerle participar en un proyecto donde aprendería sus
derechos... ¿derechos de qué?, me preguntó su mirada. Pero aceptó...
tal vez, porque, simplemente, no sabía decir no.
Yo pienso en la Yesenia... en su pedacito de rancho al fondo, en el
patio, al lado de los cachureos que se venden en la feria para
sobrevivir. En su camarote hecho de pedazos de tablas a medio morir,
crujientes... en sus pedacitos de sábanas cubriendo la esponja vieja de
seudos colchones, su pedazo de mesa sujeto por la astucia del Omar, su
pareja. Sus pedacitos de manos haciendo el pan, pelando papas, lavando,
planchando, cocinando, amando... en su pedazo de vida colgando de los
cerros de Peñalolén...
Yo pienso en la Yesenia, en su voz que me tutea con tanto cariño, haciendo suya mi vida por ese tiempo que paso con ella y los suyos, Pienso en el Omar que dejó la droga y está trabajando para demostrar cuanto quiere a su Yesenia y a sus tres cabros chicos y que sus sentimientos no son un pedazo de trapo tirado por ahí. Pienso en el día que decidieron casarse... y fui invitada de honor... en su carita alegre y orgullosa cuando me mostró su libreta de la vivienda con 10 lucas depositadas... (¡Cuándo juntarán los 200 mil pesos que necesitan para su casa!) Pero con esa libreta ya tiene un pedacito de ese hogar... de su futuro... Yo pienso en la vida de la Yesenia hecha de pedacitos... ¡puta!, tengo que pensar en ella... cuando muchos creen que la violencia es la solución a todo... cuando los de corbata o los de blue jeans frente a un café hablan sobre un mundo mejor... cuando los poderosos internacionales presumen de victorias sobre ojos, piernas y restos de inocentes... ¡Alguien tiene que pensar en la Yesenia! En ella que cose los pedazos que le han tocado en suerte y arma su vida, hilando despacito... con manos mutiladas...
De mujeres y vida... : Cecilia
I
Cecilia
Cecilia fue violada por su padre a los doce años.
Quedó embarazada y nació la Tatiana, su primera hija.
Al poco tiempo, el padre se fue de la casa.
Su madre le culpó de ello.
A los quince años, la violó su padrastro.
Nació la Gabriela.
Su madre volvió a culparla.
Cuando Tatiana tenía doce años, encontró a Pedro a la vuelta de la
iglesia evangélica de la población.
La miró, lo miró, la Ceci bajó la cabeza. Estaba acostumbrada a ello,
pero está vez vibró su piel y su corazón ante esas pupilas que la
contenían.
Un poco más allá de los nueve meses, nació Pedrito con síndrome de
enanismo.
Al año de vida de Pedrito, nació Jezarel, hijo de Tatiana, fruto de la
violación de Pedro.
Cecilia bajó la cabeza.
Su madre volvió a culparla.
Cecilia cumple 27 años el 20 de diciembre, ¿le cantamos cumpleaños
feliz?
martes, 16 de enero de 2007
Agua...
Un dia Buda estaba atravesando un bosque. Era un caluroso dia de verano. Sediento, le dijo a su discipulo Ananda:
- Hace algo mas de una hora de camino que cruzamos un arroyo. Por favor, toma mi cuenco y traeme un poco de agua. Me siento muy cansado.
Asi lo hizo Ananda, pero cuando llego al arroyo lo acababan de atravesar varios carros de bueyes, que habian removido las hojas muertas y el cieno y lo habian convertido en un lodazal. El agua estaba tan sucia que Ananda tuvo que volver con el cuenco vacio. Entonces le dijo a Buda:
- Mas adelante hay un gran rio. Te traere agua de alli...
Pero Buda insistio:
- Vuelve atras y traeme el agua de aquel arroyo.
Cuando Ananda, perplejo pero obediente se puso en marcha, Buda le dijo:
- Si el agua esta muy sucia, no vuelvas inmediatamente.
No hagas nada, solo sientate en silencio en la orilla y observa. Antes o despues el agua volvera a bajar clara.
Ananda, molesto, vuelve de nuevo al rio. Buda tenia razon: el agua esta mas limpia pero todavia algo turbia.
Asi que se sienta contemplando su flujo. Poco a poco se vuelve clara como el cristal. Entonces llena el cuenco y regresa bailando de alegria.
Entrega el agua a Buda y le da las gracias. Pero Buda dice:
- Soy yo quien debe dartelas.
Ananda responde:
- Volvi enojado al rio; pero sentado en la orilla he visto que con mi mente ocurre lo mismo que con el agua. Si entro en la corriente, volvere a enturbiarla. Si salto dentro de la mente, genero confusion, empiezan a surgir problemas. He comprendido la tecnica sentado a la orilla del arroyo.
Ahora me sentare a la orilla de mi mente, observando lo que arrastra, sus viejas hojas, sus dolores, heridas, recuerdos, deseos... Despreocupado y atento, me sentare en la orilla y esperare el momento en que todo se vuelva trasparente.
Osho
Los reyes magos...
Debo confesar que esa fiesta no se celebra en mi tierra, salvo en lo religioso.
Los regalos son de la noche del 24, cuando Dios se regala a sí mismo a cada uno de nosotros.
De mi niñez, no recuerdo ningún juguete que haya deseado con ahínco...quizás, porque me encantaba jugar con piedrecillas, hojas de árboles, flores,uvas, frutas de las èpocas y muñecas de papel a las que podía crear miles de ropa con sólo romper revistas, libros y diarios o las cajetillas de cigarrillos "Monarch" de papá para sacarle el papel plateado...jajjajaja
Recuerdo que tomaba las florecillas de las enredaderas , aromos , romeros u otros y las echaba en botellitas de colonias vacías con agua, las ponía al sol y luego me fascinaba oler esos aromas....jajjajaa y las regalaba a familiares y amigos, que asomaban por al casa ,como si hubiesen sido el mejor de los perfumes.
No sé...la Navidad siempre tuvo una dimensión cristiana en casa.
El nacimiento era lo importante, auque todos los años se decoraba un gran árbol de navidad, real, con olor a pino que invadía el ambiente...y que aún puedo oler cuando me asomo al ayer, como ahora.
Eso recuerdo; mis padres y hermanos decorando el árbol. La estrella era un honor ponerla en lo más alto del árbol y nos tocaba un año a cada uno...puedo sentirme alzada por los brazos de mi padre para situarla en su lugar...
Los regalos... de verdad... nunca fueron demasiado importante...
Hoy... no sabría qué regalo esperar...amo lo que tengo y lo que no , no me es imprescindible.
Seguro, sí...que todo lo que necesito son más de esos sueños de un mundo mejor siendo realidad. Pero , de vez en vez , por el camino, Dios me deja regalitos que me demuestran que sí es posible lograrlo... un día... alguna vez... si todos desearamos lo mismo...
jueves, 11 de enero de 2007
Los ojos de Picasso
Siempre es todo ojos.
No te quita ojos.
Se como las palabras con los ojos.
Es el siete ojos.
Es el cien mil ojos en dos ojos.
El gran mirón
como un botón marrón
y otro botón.
El ojo de la cerradura
por el que se ve la pintura.
El que te abre bien los ojos
cuando te muerde con los ojos.
El ojo de la aguja
que sólo ensarta cuando dibuja.
El que te clava con los ojos
en un abrir y cerrar de ojos.
(Fragmento)
Rafael Alberti
miércoles, 10 de enero de 2007
Palabras para mí...
Para no tropezar....
martes, 9 de enero de 2007
Andrea...
Mi niña...¡tan dentro de mi corazón! ¡Tan querida! Y con esas alas tan llenas de vida y libertad que te hacen surcar distancias!!!
Sabes? Estàs muy cerca del centro de mi corazón y es paradojal que estés tan lejos!!!!
Te quiero, niña hermosa.
Itaca
lunes, 8 de enero de 2007
Es urgente el amor. Ahora...
domingo, 7 de enero de 2007
Y la tarde de domingo desde mi ventana...
Sobre colores y rutina...
sábado, 6 de enero de 2007
Te regalo un cuento...
Te regalo un cuento
Jorge Gonzalvo Díaz
Te regalo un cuento. Podía haber sido un paseo por el parque o una canción a medio hacer. Una carta de amor, un capuccino en tu plaza favorita o un truco de magia sin ensayar apenitas. Pero no. Quería que fuera un cuento. No para después de hacer el amor ni para que nos echemos de menos. No para que suene el Adaggieto de la quinta de Mahler, ni nada por el estilo. Te regalo un cuento para que puedas hacerlo tuyo dibujándole una narizota, para que lo compartas con tu vecina de escalera o con tu gato. Para que elijas la banda sonora que te apetece que suene de fondo mientras lo lees. Yo tengo mis canciones para escribirte. Tu las tuyas para leerme. Te regalo un cuento para que puedas llevarlo contigo, dobladito en el bolso, o entre las páginas de un libro de Benedetti. Para que cuando te enfades conmigo puedas estrujarlo y hacer con él una pelota de papel, arrojarlo por la ventana y mirar complacida cómo lo atropella un autobús. Para que lo fotocopies mil veces y le entregues una copia a quien más te apetezca. Para que envuelvas con él una manzana o para colgarlo en tu pared. Para que le claves alfileres los días en los que me matarías. O para apuntar encima del título el teléfono de tu banco. Te regalo un cuento improvisado. De esos que empiezas a escribir sin pensar y que no sabes cuándo acaban. Te regalo esta noche y todas las demás. Te ofrezco mi sonrisa non stop, sin conservantes ni colorantes. Aún a riesgo de poder ser acusado de alevosía y nocturnidad, y aunque puedan encontrarse muchos más agravantes. Te dejo abierta la ventana para que te cueles, para que me espíes ésta noche. Para que me veas sin que te vea. Para que me cuides un poco sin que yo lo sepa. Te regalo una idea. El concepto más hermoso de complicidad, un escenario vacío en el que buscar la manera de encontrarse. Te regalo un cuento que habla de amigos y de sueños, de noches de verano pegajosas, de mí mismo mientras me imagino tu cuarto desde lo alto del cielo, antes de lanzarme en picado sobre tu almohada. De kamikazes que se estrellan en tus brazos y que no vuelven a despegar, ni falta que les hace. Te regalo el kit completo de cariño, el maletín mágico con el que jugabas de niña a maquillar muñecas y cocinar guisos de plastilina mientras yo fabricaba dinamita con el Quimicefa. Te regalo un cuento indeterminado sin pies ni cabeza, sin trama ni desenlace final, sin argumentos y sin actores de reparto. Sin moraleja. Y si la tiene, que sólo tú la conozcas. Lo único que necesitas es apagar la luz, cerrar los ojos y la puerta de tu habitación, no necesariamente en ese orden. Dejar que te lea al oído, olvidarte de las facturas y del telediario. Quererme un poco más que hace cinco minutos y hacérmelo saber, de alguna manera. Te regalo un deseo. Llenarte de unas ganas locas de reír y de que salgas corriendo en busca de una diadema bonita para el pelo. Que necesites llamarme y te encuentres pidiéndome que apague la luz, que cierre mi puerta y entonces, empieces a leer el mismo cuento que estás leyendo ahora. Y ojalá no podamos dejar de llamarnos cada noche, para contarnos el mismo cuento. Toda una vida. Un cuento para llevarte de viaje, y para leerle a tus hijos y a los míos, a tus nietos y a mi abuela. A las calles y a los parques. Te regalo un cuento sin papel de colores ni un "espero que te guste". Sin aplicar el IVA y sin descuento por pronto pago. Un cuento que habla de ti y de mí, que pueda leerse cualquier día del año, a cualquier hora, sea cual sea tu estado de ánimo o tu sabor favorito de helado.
Carta finalista del IV Concurso Antonio Villalba de Cartas de Amor de Escuela de Escritores .
viernes, 5 de enero de 2007
Verde que te quiero verde...
En cuanto a los colores : Rojo
jueves, 4 de enero de 2007
Margaradas
La Rosa cartoneando la noche en que mataron a Hussein y creyeron que ahorcaban las conciencias en vivo y en directo.
La Sandra asesinada por su pareja un día antes del feliz año 2007 y tantos brazos que quedaron abiertos sin que ella sospechara que podían contenerla. No alcanzó a escuchar las doce campanadas y sus zapatitos quedaron tirados en un charco de sangre.
Andrea que triunfa y es amada allá, al centro del tròpico y su melancolìa que sueña esta tierra de sopapillas y humitas....y yo que no sè como consolar esa tristeza que divide...
Y aquì vamos, anidando margaradas en este espacio secreto... desde mi vientre hacia lo cotidiano.