El jardín de la casa de Elizabeth, allà en Santo Domingo, tiene algo de mágico...aún las briznas más inocentes, reverdecen al sol con toda su luz...fue una tarde de enero, allí...sencillamente mágico, el jardín de los Benoit, acoge y acaricia al espìritu...
Apareciò de pronto...ignoro si para la foto o para sentirse parte de ese paisaje que atrapa, el caso es que se posò en la reja y seguro que sus trinos fueron de alegría...
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