viernes, 16 de febrero de 2007

La vida...



La vida son mis pupilas abriéndose al amanecer, como en un conjuro mágico, y la brisa tenue de esa hora que apenas pasa o se distiende perezosamente...

La vida es ver abrirse la claridad como si la paleta de ese pintor que pinta el día , tuviese miles de colores por crear aún, cada aurora...
La vida son mis oídos almacenando ruidos, sonidos, voces...
La vida son mis pies caminando en lo que creo.
La vida son mis brazos alcanzando a quienes amo...
La vida es la alegría que me invade en la sonrisa.
Es la esperanza de un paso más.

La vida es el dolor que me sobrecoge en cada partida...en cada pèrdida...

La vida es una ternura, una presencia, unos labios, una voz, un poema, un buenos días, un beso de color escondido en un estante, la vida...la vida...

La vida es la alegría de mi hijo derramada en sus pupilas.
La vida es la sonrisa de mi niña prisionera en un làgrima...
La vida es esa Itaca hacia la cual tu mano me invita cada día...
A veces la vidaes...un manojo de tristezas y esperanzas abrazadas, desesperadamente,
como hoy.

domingo, 11 de febrero de 2007

Paraíso a la deriva



Paraíso a la Deriva
Facundo Cabral


Soy el pregonero de los fracasos fundamentales, un iluminado a fuerza de tanta sombra, visionario a costa de fracasos, un apasionado que por ver todo se quedó ciego, un ciego que encontró adentro el éxtasis de lo que afuera, enamorado del desamor, que es el punto adonde llevan todos los amores.


Insinúo, susurro, grito, lloro y río en las palabras que me declaran de idea entera; soy un marginado que ama la marginalidad dinámica (lo aceptado es estático) porque al margen encontró a los mejores: San Juan el Bautista, Gandhi, Picasso.


Soy un creyente poseído por el escepticismo, un maestro del desapego y la renuncia, un asceta lujurioso (el no poseer me produce un placer erótico); soy el más pagano de los predicadores, alguien que podría llegar a ser grande, si no cayera en la tentación de crear.


Me fascina y agota la idea de poder superar toda ilusión, negar cualquier complicidad con el statu quo de donde fuere, no acumular dogmas para salvarme del transcurrir de los días.


Soy un vendedor de ropa vieja, de sábanas que las mujeres empeñan porque sus maridos ya no las tocan, de guitarras que perdieron la furia.


Soy el cantor de una era apocalíptica en la que el hombre, si no cambia, desaparece; soy el cantor al que no le es suficiente hacer poesía sino que le es necesario vivir poéticamente, alguien al que no solo basta saber qué y cómo piensa sino que necesita vivenciar cada provocación de ese pensamiento.


Soy uno de los que inventan universos paralelos al de las noches y los días; se conforman de sonidos y colores, de formas que dejan sospechar texturas, de movimientos que excitan a la memoria que un día descansará, como la de mi madre, por el benévolo regalo del olvido, que es una gentileza de los dioses.

viernes, 9 de febrero de 2007

Retrato




Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.


Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura,
y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé.

Dejar quisiera mi verso,
como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo;
debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo,
con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo,
como los hijos de la mar.


Machado



No sé...hoy sentì diferente este poema, acudiò a mi mente de pronto y lo busquè, lo leì y lo gocè con toda el alma.
Entonces descubrì eso, que me gusta ir por la vida ligera de equipaje.
Muy ligera.

martes, 6 de febrero de 2007

La Pequeña Gigante...



Enero se ha vivido en forma intensa en este paìs hermoso.
Tanto en lo personal como en lo comunitario.

Un martes , la ciudad amaneciò hecha un caos.
Un feroz rinoceronte, (llegado a Chile a través de un túnel que él mismo cavó, desde el Africa hasta las minas del cobre en el Norte del país), hacía añicos autos y microbuses y los iba dejando a su paso como una huella de violencia y horror. No respetaba nada...


La imaginaciòn destada de los ciudadanos se viò colmada con la presencia de la "Pequeña Gigante", que venía en nuestro rescate.


Una niña encantadora, mágica, sin igual.... Su misiòn era capturar al animal enfurecido y asustado, digo yo, para devolverlo a su tierra de origen.

Un viernes por la mañana, ante miles de personas, despertò de us sueño y comenzó a caminar por las calles de la ciudad en busca del violento rinoceronte.

Y ahí estaba ella. Levantándose en sus más de siete metros de altura, con su delicado y sencillo vestido verde y unos ojos que te atrapaban irremediablemente en la fantasía desatada por las calles de Santiago en cada uno de sus pasos...

¡Todos fuìmos niños! ¡Todos nos maravillabamos!! ¡Todos queríamos verle y ser testigos de su presencia! En el fondo de nuestras almas, todos queríamos ser protagonistas de este cuento en el cual nos habían insertados una mañana cualquiera...

¡Fueron días hermosos donde todos volvimos a ser niños! De pronto se despertaba en nuestra alma esa imaginaciòn, esa antasía, esa necesidad de creer que la vida es mucho más que las noticias que nos muestran cada día antes de irnos a dormir...un poco de magia, un poco de fantasía y la hermosa, tierna y dulce marioneta había tomado vida y ahí estaba: frente a ´mi cámara... no pude tomar la fotografía...quedé boquiabierta contemplándola en todo su esplendor...

Como escribiò Antoine de Saint Exupery: "Todas las personas fueron niños alguna vez. Sólo que muy pocas lo recuedan..."
Yo, lo aseguro, lo recuerdo.
Fui niña otra vez, mirando, caminando, buscando a la pequeña por las calles de este Santiago lleno de smog, que arde en verano, que fue paisaje de un cuento gracias a la compañía de teatro Royal de Luxe, dentro de la agenda de "Santiago a mil", actividad donde todas las obras de Teatro estàn al alcance de casi todos...

Ya no está...recièn ahora puedo sentarme y dejar fluir lo que sentí en aquellos días...sin lugar a dudas, la Pequeña se ha quedado en la memoria de niños, jóvenes, adultos y ancianos, se ha acomodado en la memoria colectiva de nuestro pueblo y, seguro que un día, podré contarle a mis futuros nietos que vi despertar, caminar y salvarnos de ese rinoceronte asustado, a la Pequeña gigante....

lunes, 5 de febrero de 2007

En las soledades...





En las soledades,
la medianoche alargándose en un cántico lastimero
y las horas rozándose sin tiempo...

En las soledades,
el suspiro que inunda la mirada
resbalándose por el cuerpo
cadenciosamente...

En las soledades,
un hombre que se aleja
rompiendo estrellas
y adentrándose más y más
en callejas de oscuros cielos.

En las soledades
un paisaje que se extiende
infinitamente desierto.

Y alguna canción de esas ...
de esas que se quedan suspendidas hasta la última lágrima.

Junio-2006

Fràgil...


I

Pàjaro...
fràgil corazón envuelto en plumas...

¡Què sólo!
Asustado de luz
esperanza
y nada.

Alitas mojadas de miedo!

Pàjaro asustado
picoteando aire...

Corazoncito envuelto en plumas...




II


Pàjaro...
fràgil corazón envuelto en plumas...

¡Què sólo!

Asustado...

Herido de luz y follaje.
¿Què asuza ese temor
derramado en corazas?
¡Sòlo!

Abre sus alas
despacito
y se va soñando
latidos al infinito...



III

Pajarito herido

asustado
solo...

Alitas titubeantes
hùmedas de miedo
apegadas
tristes.

Pajarito herido
asustado
solo...

Corazoncito envuelto en plumas...


IV

Pajarillo triste
dolido
tembloroso

¡Si pudiera tomarte
entre mis manos
y alegrarte los días!

Contarte
caricia a caricia
que el aire siempre espera
y pierde sentido sin vuelos.

Decirte que los trinos
suelen despertar amaneceres.

¡Si pudiera tomarte entre mis manos
y suavemente
reconciliarte con la vida!

Pajarillo
¡Coranzoncito envuelto en plumas!




(Escrito un día cualquiera, cuando pude ver que quien me agredía, más allá de la violencia verbal, estaba asustado y solo... como un pajarillo...)

En el jardín de Elizabeth...


El jardín de la casa de Elizabeth, allà en Santo Domingo, tiene algo de mágico...aún las briznas más inocentes, reverdecen al sol con toda su luz...fue una tarde de enero, allí...sencillamente mágico, el jardín de los Benoit, acoge y acaricia al espìritu...

Apareciò de pronto...ignoro si para la foto o para sentirse parte de ese paisaje que atrapa, el caso es que se posò en la reja y seguro que sus trinos fueron de alegría...

Y ahí aparecen, elegantes y tradicionales. Abrazadas en color y belleza...Hortensias...apostaría a que son hortensias...


Cuelgan alegres, luminosos, henchidos de enero, sol y arena...







La sombra en la escalera no es más que un detalle de este rincón encantador...





¿Ibisco? Me sonroja mi ignorancia en la identificaciòn de las flores que resplandecen en el jardín de Elizabeth.

Pero, fluyen en cada rincón con alegría e intensidad...





No sé el nombre exacto, sin embargo es una enredadera preciosa, que envuelve ciertos lugares de la casa con la delicadeza y elegancia propia de Elizabeth





domingo, 4 de febrero de 2007

En cuanto a lo inevitable...





I


Inevitablemente
Tu nombre,
(no pronunciado,no escrito),
no está en la nómina de mi olvido.

E
inevitablemente se entiende con mi nombre.

Tal como
con una sencillez ingenua,
al leve roce de los dedos
tu cuerpo se entiende con el mío.

En un amor que,
inevitablemente,
hemos de seguir viviendo,
por alguna razón
que nunca Dios nos dirá,
pero que tú sospechas
y yo acato agradecida.

Inevitablemente.

Margarita

De las palabras...

Amo las palabras y ellas me aman a mí.
Nací una madrugada de tormenta. Mi padre decía que habían rayos y truenos en el preciso momento en que respiré.
Siempre he tenido miedo de las tormentas.
No sé si la plaabra exacta es miedo...pero me detienen, me sacan de lo que estoy haciendo ...me aquietan...y me quedio esperando algo...quizás las palmaditas aquellas...
Mi niñez pasó entre los pinos del colegio de monjas y la higuera del fondo del patio de mi casa.
A veces me escondía en el gallinero...o en closet, entremedio del abrigo negro de mi padre...
Después, mis pupilas se llenarían de verde, lluvia y aroma de ríos...
Valdivia me acogería en esa isla con sus olor, colores , libros y risas...los veinte años jamás se olvidan...
Ahora, mis pasos buscan los versos en las barriadas de sectores casi invisibles para este sistema neoliberal...y los encuentro...sí que los encuentro...
Por eso digo que amo las palabras y las palabras me aman a mí...
Si escapara de ellas, sé que me encontrarían...

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